“Desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”, pero siempre con el mejor producto Joselito. Para un desayuno equilibrado y saludable, deja los azucarados a un lado y reinterpreta el clásico brunch inglés, pero con la más pura esencia de la Dehesa Ibérica.
Ya se ha superado el hecho de que el desayuno es la comida más importante del día (no hay estudios que sostengan nada plausible al respecto), pero eso no quita que, con tiempo y sin prisas, sí sea uno de los mejores momentos de este.
Acostarse la noche anterior con cierto hambre (nada de irse a dormir empachados) y levantarse con esa gusilla mañanera que surge con los primeros borbotones de café es uno de los mejores placeres del mundo.
El aroma a café recién hecho, junto con el sonido que realiza una buena hogaza de pan al saltar de la tostadora y el brillo que desprende una fina y fundente lámina del mejor jamón del mundo, da cien mil vueltas a cualquier otro almuerzo existente y pone los dientes largos hasta al más reticente al desayuno. Made in Spain.
Porque sí, porque ya está bien esa moda de desayunar bollería industrial ultraprocesada, cereales azucarados y cien mil productos más que no cargan con el yugo de la malnutrición, como sí lo hacen, muy erróneamente, muchos embutidos y salazones.
Desayunar unos huevos con tomate y chorizo, que es lo que se ha hecho toda la vida, sigue siendo mucho más saludable y, sobre todo, más rico que un tazón de crispis o unas galletas. Al fin y al cabo; aceite, tomate, pan y jamón es la foto de postal de la gastronomía mediterránea (algún ajo suelto por ahí, también sirve).
Con esto no se pretende hacer una cruzada hacia todo aquél que prefiera desayunar dulce, ni mucho menos, pero, para todos ellos, una buena recomendación sería por ejemplo, un croissant de salchichón; una simbiosis perfecta entre ambos mundos, salado y dulce, y que además garantiza un desayuno saludable, diferente y 100% natural.
Conste y quede bien presente que los desayunos salados suelen ser siempre más equilibrados y menos calóricos que los dulces; por lo que si a eso sumamos que el jamón ibérico de bellota es el embutido con mayor cantidad de aporte de ácido oleico, las razones para comenzar a desayunar de esta manera son más que sobradas.
Es bien sabido que con este ritmo frenético de vida, sobre todo cuando se madruga, no hay hambre ni muchas ganas de enredar en la cocina. Pero, seamos sinceros, en vez de abrir un paquete de galletas, ¿no podemos partir un tomate en trozos, echar un chorrito de aceite y acompañar de cualesquiera de las chacinas de Joselito?
Es una cuestión más de actitud, pero donde seguro que esto ocurre, tiene lugar y se pone la cocina patas arriba; es en los fines de semana.
Esos festines familiares con mesas rebosantes de bollos (naturales y de buena calidad, por favor), fruta, grandes panes y embutidos; son una forma de empezar el día con energía, positividad y mucha felicidad, aptos para todos los públicos y disfrutones por igual. En España, lo llamaríamos “desayuno de reyes”, pero fuera de nuestras fronteras utilizan el anglicismo “brunch”.
Cada vez hay más locales en nuestro país que lo ofrecen; esa comida que se toma hacia el mediodía, a medio camino entre el desayuno y el almuerzo (breakfast y lunch en inglés, de ahí el término).
Sus orígenes son ingleses pero las razones que lo originan son variadas: hay quien asegura que el brunch surgió del hambre que sentían los feligreses británicos después del ayuno previo a la misa del domingo por la mañana y que sólo podía saciarse con una gran comida a las doce del mediodía.
En cualquier caso, el brunch se ha convertido en un ritual de muchos españoles, pero con esa esencia ibérica que nos caracteriza y nos brinda, sin duda alguna, la victoria en cuanto a desayunos copiosos se habla.
Las combinaciones son infinitas y, por ello, desde Joselito te proponemos un brunch o desayuno para el fin de semana, de lo más ibérico. Empezar con un melón con jamón, estilo sopa de Ferrán Adría, puede ser un entrante perfecto para luego permitirnos el lujo de los mejores huevos revueltos que uno se pueda imaginar.
La clave de ello es añadir una cucharada de queso crema y hacerlo en una sartén, con un poquito de mantequilla, a fuego muy, muy bajo. Han de quedar cremosos y casi con una textura uniforme para que, cuando estén calientes, funda la mejor de las grasas de Joselito. Se fundirá, se ligará con el resto de ingredientes y se tornará traslúcida para ligar y envolver todo el conjunto.
Por supuesto, todo el desayuno ha de estar bien acuartelado por el mejor producto Joselito, un buen pan tostado y un estupendo aceite de oliva. Si os encandila más el mundo de la bollería, que sea de la mejor calidad posible y siempre con ingredientes naturales.
¿Por qué no unos churros envueltos con jamón y un chorrito de miel, o un gofre con caramelo casero y longaniza? Por raro que pueda parecer, el resultado os encantará. Recuerden, hay que desayunar como reyes porque darnos un caprichito, comer sano y pasarlo bien, con Joselito, nunca está reñido.