No recibe su nombre debido a su origen pero la “french toast”, es una idea de brunch es fabulosa para disfrutar del salchichón Joselito en su máximo esplendor.
La torrija francesa, o “french toast”, es una versión de la nuestra hecha en la plancha en lugar de frita con un poco de mantequilla. Aunque lleve el apodo de francesa, la realidad es que tiene poco de gala esta receta. Vamos, que el país vecino no la vio nacer sino que, según cuenta la leyenda, su nombre se debe a su creador: Joseph French. Se dice que el plato se creó allá por 1724 tal y como se conoce hoy en día. La realidad es que, si ahondamos en los recetarios clásicos, hay recetas parecidas pero con otros nombres ya desde la época del Imperio Romano. Ellos hacían lo que llamaban pan dulcis que no era más que un pan embebido en huevo y leche y frito en alguna grasa. Vamos, lo casi lo mismo que hoy en día y muy parecido a nuestra torrija.
Existe también la vertiente que opina que la tostada francesa se creó en la época medieval, cuando los cocineros intentaban aprovechar cualquier excedente para convertirlo en un manjar. En época de carestía, nada se tira. Así que el pan antiguo se revivía sumergiéndolo en algún líquido y dándole calor. La tostada francesa, con ese nombre, parece que apareció en un recetario por primera vez en 1871 y, en concreto, en la Enciclopedia de comida y bebida americana. Pero, en realidad, se define muy parecido al pan de huevo, a la torrija, o al pain perdú. Las diferencias características son leves y dependen del cocinero. En Escocia, de hecho, este tipo de torrija se sirve a modo de sándwich con salchicha en su interior. Y de ahí, el brunch que hoy nos atañe en esta receta.
Sin necesidad de agregar azúcar, la elaboración de este plato contundente perfecto como principal de un brunch pasaría por embeber el pan tipo brioche en leche y huevo y freírlo en mantequilla. Después, elaborar unos champiñones salteados con hierbas, terminar con unas rodajas de salchichón Joselito y el siempre portentoso huevo poché. Además, por encima, un poco de polvos de chile o incluso un aceite picante elaborado con ellos. Al gusto del consumidor. El sabor del salchichón Joselito, con ese punto marcado de pimienta y algo anisado, queda de perlas en la combinación del pan jugoso y frito y el huevo cremoso.