Vivimos en un mundo que va a 200 kilómetros por hora. No sé si el mundo va así o somos nosotros los que vamos a ese ritmo…bueno, o la opción C, “las 2 anteriores son correctas”.
Me imagino que no en todos los lugares es igual. Nada tiene que ver un pueblo perdido de Los Picos de Europa, donde la gente vive tranquila y sosegadamente, que los que vivimos en Madrid.
El lugar influye, está claro, pero también lo que nos rodea. Es decir, amigos, familia, trabajo, estilo de vida…Y desde que ha “acabado” la pandemia, mucho más.
El otro día con mis amigos lo hablábamos, desde septiembre la gente está desaforada. Todo el mundo quiere quedar, no hay más que bodas del 2020 y del 2021 todos los fines de semana, a eso hay que añadirle que la gente quiere celebrar su cumpleaños de este año y del año pasado, y si esto no fuera poco, ahora que han abierto las fronteras, vamos a viajar, pero no un viaje y ya. No, no vamos a intentar hacer muchos, y muchos sitios de aquí y de allí. Mira, solo de escribir esto me canso. Pero, creedme que es la vida real.
Os pongo mi ejemplo. Hasta mediados de octubre no estuve un fin de semana en Madrid desde mayo. Que si verano, que si tengo que ir a Zamora a ver a mi familia, que si 5 bodas, que si ahora que podemos viajar vamos a aprovechar, que si, que si…y me siento un privilegiado, mi amigo Kike ha tenido 11 bodas. Yo con ese plan me bajo de la vida.
El caso es que este ritmo de vida te hace tener más ansiedad y estrés (y mira que del trabajo ni hemos hablado). Todo parte, en cierta manera, en una falta de rutina, de planificación, de orden. Y cuando digo esto, no solo lo digo en el plano alimentario, que también, sino en todos los planos.
Desde la actividad física hasta el descanso. Es muy importante para el ser humano tener una rutina. ¿Qué después nos salimos del guión establecido y nos vamos de viaje o a cenar por ahí?, no pasa nada, pero que el groso sea la rutina.
5 maneras de aliviar el estrés o la ansiedad
Qué requisitos debemos llevar a cabo para evitar esa ansiedad o estrés:
Si tenemos más exigencia, tendremos más presión y nos llevará a comer más y peor. Fija un objetivo a largo plazo para compaginar con nuestra vida y lo más importante de todo, date tiempo.
✅ Planificación u orden
Vamos a hacer una compra con cabeza y vamos a huir de lo que no es tan saludable para que, si hay ansiedad, no caigamos en ello. Planificación de un menú semanal, con unos platos y con una implicación en la cocina.
✅ Fuerza de voluntad
Tenemos que tenerla y, para ello, iremos desarrollando unas herramientas. Tenemos que autocontrolarnos, pero no martirizarnos.
✅ Rutina
Fundamental proyectar nuestra semana en un 90%. Si después sales a comer un día o viene el fontanero a casa y no puedes ir al gym no pasa nada, pero que el resto esté planeado y lo sigamos.
✅ Evitar premios
Tendemos a rellenar vacíos o agujeros emocionales con comida, tanto para bien como para mal. Tenemos un mal día en el trabajo, nos premiamos con un bote de helado para “aguar las penas”. Nos han subido el sueldo, lo celebramos con unas cañas y tomando unas tapas.
¿Qué alimentos nos ayudan a calmar ese estrés y esa ansiedad?
Primeramente, más que hablar de alimentos, deberíamos diferenciar entre el hambre real (tienes hambre porque tienes que comer y es algo fisiológico) y hambre emocional (es impulsivo y es por apetencias o emociones).
Dicho esto, no se come de igual manera con estos 2 tipos de hambre. El que más peligro tiene y que va muy ligado al estrés y la ansiedad, es el hambre emocional. Una cosa de la que carece este hambre es de consciencia, es decir, cuando hay hambre emocional comemos de manera muy poco consciente, y la conciencia en la alimentación es importantísima.
✅ Encurtidos
Para mí, la mejor idea y el mejor descubrimiento. Cuando llegas a casa con hambre, te tiras a por los pepinillos y tan feliz. Cuando estás cocinando y necesitas no comerte lo que estés haciendo, te tiras a las cebolletas y tan pichi. Es decir, tenemos solución para ese picoteo precomida que suele ser bastante peligroso, ¡y más si has tenido un mal día!
✅ Frutos rojos
Lo mismo pero para los golosos. Sé que no es lo mismo que una palmera de chocolate, en eso estamos todos de acuerdo, pero mejor que un vaso de agua sí.
Por ejemplo, ten en tu nevera de casa y en la oficina unas frambuesas, unas moras, arándanos, son pequeños, dulces y te dan el pego bastante bien a la hora de comer dulce. Me dirás tú a mí que te apetecen gominolas y esto no te ayuda.
✅ Verduras de hoja verde
Aunque parezca mentira, lo que necesitamos en cierta manera son alimentos que nos sacien, que nos llenen y precisamente que no sean excesivamente calóricos para no aumentar de peso.
El caso es que las verduras de hoja verde como rúcula, canónigos, espinacas, escarola, vienen muy bien para saciarnos, ocupan mucho y como digo yo, “se esponjan en nuestro estómago”.
✅ Proteínas de alta calidad
Sinceramente, cómete un plato de jamón sin pan y sé feliz. Y no lo digo de broma, pero las proteínas limpias son bastante buenas a la hora de saciarnos. Una buena pechuga de pollo, un buen plato de cerdo…este tipo de alimentos contienen triptófano que es el aminoácido esencial encargado de mantener un poco a raya a esos nervios y esa ansiedad que tanto se nos dispara.
Muchos son los trucos, pero lo importante es levantar el pie del acelerador en todos los sentidos, no solo en lo social u ocio sino en el laboral, que quizás sea el más complicado.
Haciendo ese pequeño gesto (nada fácil), las cosas poco a poco y a la larga, volverán a un estado de calma. Hazte la pregunta que siempre le hago a mis pacientes, “¿es un periodo o este ritmo es tu vida?”, te ayudará mucho a solucionar y dar respuesta a muchas preguntas.