Hacer paté casero, un aperitivo ideal para cualquier celebración de Navidad, es muy sencillo y es una opción genial para poner en la mesa como aperitivo o servir en unos canapés. Este paté es cremoso, asequible, fácil de hacer y perfecto para tener en la nevera listo para cualquier momento.
La panceta Joselito le da un fondo muy característico, único y delicioso, y las hierbas y el vino hacen el resto de la tarea. La receta es, sin duda, un clásico de la gastronomía y lo mejor es servirla en tarritos al centro para que cada uno se haga sus propios canapés.
Hay aquí dos opciones, un paté más denso y con más cuerpo que se asemejaría más a lo que en Francia llaman “terrine” o añadir un poco más de agua para que quede tremendamente liso y cremoso, casi como un queso untable. Al gusto de cada uno. ¿Pasado de moda? Ni de broma. Es genial también para rellenar piezas de bollería salada, para añadir un poco a sofritos de guisos como en unos níscalos o para rellenar unos volovanes y triunfar con el clasicismo mejor entendido.
La panceta se podría sustituir también por lardo o por papada Joselito, la gracia es incorporar la grasa de los cerdos Joselito en esta preparación ya que le dará un retrogusto tremendamente especial. También se podrían añadir al final unos taquitos de jamón Joselito muy bien picados, casi en polvo, para que se mezclen con el paté ya triturado.
Aquí no hay un sabor agresivo sino suave, con un fondo casi dulce gracias a toda esa cebolla y los aromas del vino y las hierbas que llegan al final de la degustación. Se puede sustituir el tomillo por eneldo, por romero, por mejorana o por orégano fresco, al gusto de cada uno.
Y lo que es muy recomendable es una buena cantidad de pimienta negra que le de un puntito picante a todo. Existe la versión que incorpora huevo cocido o nata antes de triturar todo, también quienes incorporan algo de pan en la mezcla pero no serían necesarios ninguno de los tres. El vino se podría sustituir también por otros alcoholes como el brandy o el whisky para dar un toque diferenciador. Lo importante es no cocinar en exceso los hígados de pollo, para que el paté no de una textura granulosa que sería desagradable.
Se podría servir este paté sobre unas tostas de pan crujiente y terminar por encima con una lámina muy fina de esa misma panceta que lleva en su interior. La combinación es absolutamente maravillosa. También hay a quien le gusta terminar la elaboración con una capa de mantequilla derretida que, al enfriarse en la nevera, se solidifica haciendo una película exterior que protege el paté y otorga a la degustación ese punto lácteo y dulce de la mantequilla tan peculiar.
Este aperitivo sería perfecto al lado, por ejemplo, de un consomé gelée Joselito, de un vasito de caldo de de cocido Joselito o también junto con una royale de foie gras y coppa Joselito.