La pasta, en todos sus formas, tamaños y colores, en consonancia con el mejor producto Joselito son el tándem perfecto. Lo mismo sirve para solucionar una cena que para estar en la carta de los mejores restaurantes del mundo. ¿La clave del éxito? Comida equilibrada, ingredientes naturales y producto de temporada más la gracia de un poco de ingenio y creatividad.
Desde un picoteo en cualquier momento del día a una comida propiamente dicha, contar con los mejores salazones y embutidos del mundo cerca puede solucionar los platos de ese día. Y aunque nos arraigue a las dehesas y al campo Español, lo cierto es que la pasta - por muy italiana que la hayan hecho por adopción - es la perfecta anfitriona para recibir los productos del cerdo como toque final o integrados en sus salsas como auténticos protagonistas.
La pasta es una de esas opciones socorridas a cualquier hora: cocerla implica no mucho más de 10 minutos y mientras tanto se puede preparar alguna salsa. Más o menos complicada, desde luego, porque las posibilidades son infinitas. Igual que si decidimos hacer pasta seca, fresca, rellena o lanzarnos con elaboraciones más complejas como lasañas, canelones o ñoquis.
Una de las cosas más bonitas de la pasta, sin duda, es esa democratización de la misma que nos lleva a situarla en las mesas más humildes y también en las más refinadas, ejemplo de ello podrían ser algunas de las que hemos visto ya presentadas en JoselitoLab. Los zitis gratinados con chorizo de Yannik Alleno o los spaghetti con lardo Joselito con bloody mary y los ravioli de chorizo con garbanzos y mozzarella de Massimiliano Aljamo son buen ejemplo de ello. Las posibilidades son infinitas pero también es cierto que es sencillísimo hacer “un pasticcio” como dirían los italianos si no se maneja bien y es altamente complicado conseguir elevarla a los altares de la alta gastronomía. Pero lo que es más importante… ¿A quién no le gusta?
Si pensamos en pasta, viajamos a Italia. Eso es así. Y no me extraña, puesto que a medida que se leen estas líneas, se nos inunda el ambiente de olores a la archiconocida carbonara romana (que con papada o panceta Joselito es aún más fantástica), ragú o salsas de tomate muy espesas y reducidas. No obstante, lejos de lo que se pueda pensar, el origen de la pasta es asiático.
De hecho, todas las pastas de harina en forma de hilo son de ésta procedencia aunque su fama haya quedado escasamente reducida. Todos hemos probado alguna vez unos noodles salteados (con o sin chorizo), en todas sus formas y sabores, o un ramen como el que se ofrece en Joselito’s Velázquez.
Se trata de un plato que gusta a todo el mundo principalmente porque, como le puedes echar lo que tengas en casa, se hace al gusto del consumidor. Además, en referencia a esto, es uno de los mejores platos de aprovechamiento porque todo ingrediente que se te haya olvidado en la nevera, tiene cabida aquí. ¿La clave? Integrar siempre la salsa en la pasta y contar con producto de máxima calidad como los embutidos Joselito con una grasa que unifica y realza el conjunto y un fondo de sabor marcado y contundente, aromático, lleno de matices.
Esa potencia y regusto característico de la carne de los Happy Pig. Por supuesto, una referencia básica para cada vez más alabada son los clásicos macarrones con chorizo (la cocina fusión más primigenia) pero también la boloñesa, como podría ser una pasta con boloñesa de longaniza Joselito y champiñones encontrando todos los matices del adobo de un producto semi fresco que es una maravilla.
Otra de las magníficas cosas que tiene la pasta, en cualquiera de sus manifestaciones, es que está presente durante todo el año. Esto hace que sea un producto fácilmente adaptable a las distintas estaciones.
Si ahora estamos inmersos en pleno otoño hay que acudir a la huerta y al campo para coger el mejor producto y tener la sensibilidad de combinarlo con destreza para que brille. ¿Alguna vez se les ha ocurrido añadir salchichón Joselito a unos macarrones? Seguramente no porque la opción más fácil y aceptada por la mayoría es el chorizo, pero el resultado sorprenderá en demasía.
Una gran opción es un macarrón de tubo ancho gratinado con salsa de salchichón Joselito y brócoli. El ligero toque picante, salino y aromático del salchichón le da ese punto fácilmente distinguible, extraño y delicioso a la vez.
Junto a un poco de brócoli, en plena época, y terminándolo con la tan adorada técnica del gratinado, es una auténtica joya de la gastronomía y es que el salchichón no puede estar solamente renegado a los bocadillos (de hecho, desde Joselito ya hemos propuesto recetas como un tartar de salchichón que triunfó como una bebida fría en verano y muchas cosas más) porque da muchísimo juego a la hora de combinarlo con vegetales.
Da ese umami tan necesario para combatir la tibieza gustativa de ciertas verduras. La receta es fácil: elegir la pasta que más os gusta, escoger una verdura que esté en temporada y ponerle ese magnífico salchichón Joselito con ese ajo de las pedroñeras que tan estupendamente bien le va a todo.
Por ejemplo, esa pasta rara que os regalaron y no se sabe muy bien cómo utilizarla; esa que tiene forma de arroz y que en la etiqueta pone “orzo” (no es más que una pasta de gran fama en Grecia y Alemania que dada su forma y tamaño es habitual para hacer sopas o arroz) se puede hacer para elaborar un falso risotto que, con su cremosidad indistinguible, junto con unas alcachofas y el salchichón Joselito, se elabora un plato digno de los mejores restaurantes del mundo. Un plato michelín desde la cocina de casa.
Y no sólo hay verduras de temporada. El otoño es famoso por las setas y porque la llegada del frío incita a comer guisos y estofados a todas horas; pero también, y quizás lo más importante, es que el otoño marca el inicio de la mejor época para los Happy Pig Joselito: LA MONTANERA.
Ese periodo en el que los cerdos comen bellotas y disfrutan a lo ancho y largo de la dehesa. La mejor época para consumir carne fresca. Los mejores meses para disfrutar de uno de los cortes más apreciados: la pluma. Es la parte final del lomo, de gran infiltración, que queda perfecto en cualquier plato. Es buen acompañante, por ejemplo, por cambiar un poco, de una pasta calamarata. Es una pasta que, como su nombre indica, intenta imitar al calamar con unos aros de harina teñidos con tinta, lo que le aporta ese toque a mar que tan bien conjuga, sencillamente salteada y aderezada, con una pieza de carne tan selecta.
Sea como fuere, lo más importante es disfrutar cocinando, comiendo y hacerlo de la mejor y más saludable forma posible. Si se tiene tiempo, ¿por qué no hacer nuestra propia pasta? Así, además de cuidarnos y saber qué es lo que llega exactamente, podemos divertirnos y pasar un estupendo rato en familia poniendo todo patas arriba y lleno de harina.
No es tan complicado y merece mucho la pena. Si estamos en modo manitas, podemos empezar por lo básico y hacer unos raviolis de calabaza (otra verdura más de temporada), con caña de lomo Joselito mezclada con unos mejillones ligeramente escabechados para conseguir una combinación mar y montaña sorprendente.
Por el contrario, si vemos que no se nos da bien el asunto, no hay pasta más fácil que unos ñoquis, ya que no deja de ser un puré de patatas con huevo y harina a ojo hasta que cojan forma y sean moldeables. Se cuecen en un minuto y pueden condimentarse como se quiera, pero quizás, una de las mejores y más famosas formas es con una salsa de queso, a la que podemos añadir una olivada para darle ese toque mediterráneo y el mejor jamón del mundo para que terminen de ponerle un monumento. La grasa se tornará traslúcida y elevará un sabor y aroma celestial.
Somos lo que comemos. Y no hay mejor forma de hacer honor a esta frase que comiendo de forma saludable, equilibrada y con productos de temporada, ya que solamente así y cocinando en casa, podemos sentirnos plenos. El mejor producto del mundo Joselito es ese aliado natural, 100% libre de conservantes y colorantes, que acuartelará y resolverá a la perfección cualquier cena que hayamos cogido con pocas ganas de cocinar.
