¡Bienvenidos a las maravillas horneadas del otoño! Igual que el pastel de manzana, estos muffins de calabaza y panceta salados son un bocado delicioso perfecto para servir como un pan de acompañamiento pero también como aperitivo. Tienen un punto dulce marcado por la calabaza que contrarresta a la perfección con la potencia del sabor y el umami de la panceta curada y, aunque aquí se plantean en versión salada, se podrían llevar al mundo dulce sin problema alguno; la panceta daría el toque salado diferenciador.
Esta receta es tremendamente sencilla, no se necesitan para ella utensilios complicados, sino únicamente un horno y moldes aptos para los muffins. Es importante saber que los moldes tienen que ser rígidos para que estas magdalenas crezcan bien. Si se tienen moldes de papel como los de las magdalenas, será imprescindible introducirlos dentro de moldes de plástico o teflón que mantengan la forma.
El puré de calabaza se puede comprar ya hecho, se vende en latas sobre todo en supermercados americanos donde es muy común, pero lo mejor será hacerlo de forma casera y 100% natural. Para ello, sólo habrá que introducir la calabaza en el horno a 160 ºC tapada con papel de aluminio y esperar a que quede muy tierna. Después, pelar y quitar las semillas y triturar muy bien. No hay más misterio.
Esta receta tiene mucha cantidad de puré de calabaza en relación con la harina y la nata que lleva, y ello le confiere una compacta con muchísimo sabor, perfectos para ser un bocado salado de aperitivo o acompañamiento. La panceta habrá que dorarla lo primero, en una sartén sin nada de aceite ya que ella misma soltará toda su grasa que también será recomendable incorporar en los muffins. Estas magdalenas tienen un marcado componente de Joselito en ella, rezuman dehesa y bellotas, nos llevan al campo y bien admitirían un toque de especias como nuez moscada, orégano o romero. Es tremendamente recomendable añadir una buena cantidad de pimienta negra que anima muchísimo la preparación.