Me hace mucha ilusión escribir este artículo desde mi querida Zamora, ¿por qué? porque aquí tenemos muy buen vino tinto. De Toro para ser exactos, pero ya os hablaré de eso un poco más entrados en faena. No me quiero poner intensito con que es el mejor vino del mundo porque evidentemente para gustos los colores, pero es verdad que el vino de Toro ha mejorado mucho con los años. Como siempre dice mi padre, en los años 80’s, lo tenías que comer “con cuchillo y tenedor”, es decir, que era duro de cojonpelotas.
Ahora el vino de Toro se ha hecho mucho más bebible, más común y más “fino” si lo podemos denominar así. Que yo no tengo un vocabulario ricos en caldos de este tipo y al final quedo como un paleto hablando de lo que no sabe.
Desde mi humilde opinión, no hay buenos ni malos vinos…esto es como todo, lo que a ti te guste, bien está. Aunque es verdad que tiene mucho que ver el cómo hayas formado al paladar. Pero que si a ti te gusta un vino de brick, pues palante’ como los de Alicante. Pero es muy importante formar a tu paladar desde pequeño, vuelvo a repetir. Envidio a los niños que con 6 meses (mi sobrina) ya come prácticamente de todo. Ahora ya con 10 meses come chuletillas de cordero, cocidos, todo tipo de frutas y verduras, y ella encantada. Eso es una suerte porque cuando sea mayor va a tener un paladar más desarrollado y no va a rechazar nada. ¡Un gusto la verdad!
Pero volviendo al vino. En España tenemos mucha tradición por el vino como bebida reinante. Ni tanta cerveza ni tanto cava…el vino, y a poder ser tinto es lo que más se ve entre nosotros. Mi abuelo Willito que tuvo un bar toda su vida, nos contó la pasada Navidad que él cobraba por un vino y una tapa en torno a 2 pesetas. Para los de la generación Z, lo siento porque no lo voy a traducir ni a euros ni Bitcoins. El caso es que existía una tradición muy arraigada de bajar al bar y pedirte una copita de vino tinto, al igual que en la comida y en la cena, el hombre de la casa se servía su vino tinto. posiblemente de algún primo que en su pueblo hiciese vino.
El vino en este nuevo siglo se ha refinado y se ha popularizado entre la juventud. Cada vez son más los jóvenes que se toman su copa de vino y lo consumen sobre todo fuera de casa. Es algo muy social y que ya no se consume como se hacía en el pasado. Ese cabeza de familia que tomaba su vino en la comida y en la cena. Por el ritmo de vida y por el trabajo lo consumimos más socialmente. No conozco a nadie que se saque su tupper en la oficina y se sirva su vinito…pero claro, esto ha acarreado un problema muy común a día de hoy, el emocional.
Y con esto me refiero que muchas veces tendemos a las celebraciones con alcohol, con tomarnos unos vinos y eso no es del todo sano. Además si me apuras, es algo casi impostado. Que te ha ido bien en el trabajo o has tenido un marrón, “me merezco un vino”, como si el vino fuese la medicación necesaria para venirte arriba. A ver, arriba te vienes cuanto más bebas, pero no considero que esa sea la solución. Dicho esto, veamos qué beneficios nos trae el vino que no son pocos. Pero como siempre os digo, vamos a usar los alimentos como son, alimentos, y en este caso con esta bebida igual, que sino empezamos a usarlos como medicamentos y empezamos a tener un problema.
No me quiero poner como el típico médico de cabecera que recomendaba una copita de vino al día porque era muy bueno. Todos sabemos que es alcohol, y que el alcohol cuanto más controlado, mejor, aún así es verdad que el vino tinto tiene unas propiedades o unos beneficios bastante interesantes. No es necesario beber vino tinto para encontrarte bien, igual que no es necesario comer a todas horas brócoli. Dicho esto, veamos esas cualidades destacadas de este caldo de color tan interesante:
Enfermedades cardiacas- Siempre se ha dicho que el vino actúa mucho a nivel del corazón, no curando enfermedades, pero sí, previniendo algunas. La alta concentración en polifenoles y vitamina E ayudan a mantener la sangre y los vasos sanguíneos limpios. Disminuye el riesgo cardiaco hasta en un 30%.
Ocular- Parece ser que hay un componente en el vino tinto que es el resveratrol que lo que hace es evitar el desarrollo de enfermedades oculares. Vamos, que eso que dicen que “voy ciego con 2 copas de vino” es mentira porque lo que hace es prevenir la ceguera. Todo con humor.
Control del colesterol- El vino tinto aumenta el nivel de colesterol bueno (HDL) y gracias a eso el colesterol malo (LDL) se contrarresta. Aquí vuelve a actuar también el resveratrol evitando la formación de coágulos.
Envejecimiento- Los antioxidantes que tiene el vino tinto son mano de santo, eso es sabido por todos, y parece que esto actúa retrasando o ralentizando el envejecimiento celular. También debido a las propiedades vasodilatadoras se retrasa este envejecimiento. Es gracias a los componentes que tienen la piel de la uva tinta.
Protege la piel- Otro componente del vino tinto que toma protagonismo. Los flavonoides reducen las consecuencias negativas de la exposición a los rayos ultravioleta. También se encargan de reforzar las células.
Niveles de omega 3- Hay varios estudios y universidades que han investigado la relación del omega 3 y el vino tinto y parece ser que un consumo moderado del mismo nos provoca un aumento en sangre.
También se dice que previene la artrosis, reduce el riesgo de padecer cáncer de diferentes tipos, que ayuda a controlar el peso (o mejor dicho, a perderlo), e incluso refuerza capacidades cognitivas. Muchas son los beneficios pero lo único que os puedo decir, ¡bebe con moderación y acompaña tu vino tinto favorito con Jamón Joselito.
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