En consulta me encuentro muchas veces a pacientes que están perdidos en cuanto a tamaños o cantidades en sus raciones diarias. El primer ejercicio que le hago a un paciente nada más pisar mi territorio nutricional es que escriban el “diario de la barriga” durante una semana entera.
¿Qué es eso? estaréis pensando ahora mismo.
“El diario de la barriga” consiste en escribir todo lo que comen y cómo se sienten (física y emocionalmente en cuanto a la comida) durante una semana, además una semana normal para ellos, siendo sinceros y lo más orgánicos posible. En este ejercicio tan importante es lo que comen, como las cantidades de lo que comen en su día a día, que en la mayoría de los casos nunca se ve reflejado. Después, eso de las cantidades lo comentamos en consulta, porque parece ser que lo que es “normal” para uno, para mí puede que no lo sea.
Por ejemplo, un paciente que cena una ensalada, piensas que es algo saludable, sí, pero en ese momento te explica las cantidades de ingredientes y el tamaño de la misma y entonces es cuando tenemos graves fallos. De ahí que el tamaño y las cantidades en una alimentación siempre son muy importantes. Comernos 2 filetes aporta “x” calorías y comernos 4 filetes, aporta exactamente el doble de calorías, tan fácil como eso.
Yendo un poco a “quid” de la cuestión, ¿comemos más en elaboraciones más pequeñas? Mi respuesta es un rotundo SÍ. Os pongo un sencillísimo caso en el que todos os vais a ver identificados en algún momento.
Tenemos una boda y antes de sentarnos a la mesa a comer o cenar hay un cóctel previo, ahí tenemos una multitud de elaboraciones pequeñas de las que estamos hablando. Que si tartaleta de atún, gyozas de rabo de toro, gambas rebozadas, lingote de foie, Jamón Joselito…y además que suelen pasar con bastante frecuencia por delante de nuestras narices. Entre que estás con gente que no veías desde hace tiempo y que una copita de vino alegra a todo el mundo, no haces más que comer sin ninguna razón. No somos conscientes prácticamente.
Aquí el factor “entretenimiento” juega un papel muy negativo, porque nos hace perder la conciencia de lo que estamos comiendo…es decir, encefalograma plano ante los platos que pasan delante de nosotros y, además, son cosas que se comes de un bocado. Esto nos facilita que comamos mucho más y no andemos con miramientos antes cualquier delicia que pasa por delante. Por eso cuando nos sentamos y tenemos el solomillo delante, la mayoría de los mismos vuelven a cocina casi enteros porque a la gente le da pereza enfrentarse a semejante pieza de carne. Es decir, comer elaboraciones más pequeñas, hace que comamos más sin darnos cuenta.
Otro caso que seguro que os sentís identificados, momento “tarta” de cumpleaños. Te sirven tu porción y te quedas con ganas de repetir, pero no te sirves otro trozo igual, sino posiblemente mucho más pequeño, la mitad que el anterior. Además, usas diminutivos “trocito, cachito” para referirte al mismo y que en tu cabeza parezca que comes menos. Incluso puede que vuelvas a repetir de ese “trocito” porque lo ves inofensivo y que casi no has comido nada. Lo mismo, comer más pequeño hace que comamos más.
Lo que nos genera comer elaboraciones más pequeñas de cualquier alimento o plato es comer más cantidad del mismo, potenciar nuestro hambre y también nos hace no ser conscientes de lo que comemos. Para ello, hay algunos trucos que podemos seguir a la hora de enfrentarnos a estas situaciones:
Tan fácil como llevar un recuento de las veces que ha pasado esa bandeja delante de nuestras narices y el número de veces que hemos metido la mano a la hora de probar ese plato;
Intenta disfrutar de una conversación, de los platos, pero no pierdas el hilo de lo que estás comiendo;
Si hay 12 platos, no intentes probar los 12 porque posiblemente estén buenos y quieras volver a hacer una segunda ronda de todos. Tírate a 2 o a 3 y “céntrate” en ellos a la hora de comer;
Si las elaboraciones son pequeñas, que los platos sean también más pequeños, sino parecerá que un alimento minúsculo se ha perdido en la inmensidad del plato que te han puesto;
Si quieres probar varios elaboraciones o alimentos pequeños, intenta no repetir, porque por muy pequeños que sean, al final te sale a devolver;
Parece una bobada pero funciona muy bien, tanto en las bebidas alcohólicas, como para la regulación del hambre. El agua siempre es saciante y ocupa un espacio en nuestro estómago;
Al ser elaboraciones que se comen de un bocado, la mayoría de las veces pasan al estómago sin masticar y las deglutes rápidamente. Intenta saborearlas y sacarle todo el sabor que tienen;
Estos sencillos trucos seguramente te ayuden en tu próxima boda, menú degustación con amigos o cualquier evento lúdico que es en la mayoría de los casos cuando se da esta situación de comer elaboraciones más pequeñas. Y como siempre digo, intenta disfrutar que es lo más importante.