Desde hace 152 años, en Joselito dedicarse al sector del cerdo ibérico obliga a diario un compromiso con el medio ambiente, con el entorno y el tejido rural, con la explotación sostenible de los recursos naturales y de ese soberbio bosque mediterráneo llamado dehesa. Sin atajos ni medias verdades.
Solo así se ha fraguado una compañía como Joselito, marca totémica de la culinaria española que ha logrado tanto trascender tanto como icono de máxima pureza como referente de intachable praxis profesional. Porque sus principios innegociables engarzan la búsqueda de la excelencia en la calidad con el escrupuloso respeto por la naturaleza, sus tiempos y sus, a veces, caprichosos mandamientos.
La compañía lleva décadas pronunciando, defendiendo y llevando a cabo términos como alimentación sostenible, responsabilidad social, bienestar animal… Un mantra que se ha ido legando de padres a hijos. Durante seis generaciones. Esa cultura del esfuerzo conlleva ciertas recompensas. Joselito acaba de ser reconocido por GLOBAL GAP con el sello GGN.
Esta prestigiosa etiqueta, otorgada por una auditora independiente con sede en Colonia (Alemania), garantiza que todas sus prácticas agrolimentarias, tanto en el cuidado animal como en la elaboración de productos que llegan al consumidor, son responsables y respetuosas con los animales y el medio ambiente, así como con la salubridad y calidad de los actores en liza. La empresa salmantina es la primera en el mundo, en el sector ganadero, en hacerse acreedora a dicha distinción GGN. Así de prístino, cristalino.
Para los escépticos o los no iniciados en protocolos y constataciones de máxima exigencia, se traduce como GLOBAL GAP el programa de certificación implantado en todo el mundo que busca garantizar que los productores y distribuidores de alimentos protejan nuestros escasos recursos y cimenten, remando en la misma dirección, un futuro lo más sostenible posible.
Más allá de la inocuidad alimentaria (ya saben, ni colorantes, conservantes o colorantes, todo 100% natural) y de la diáfana trazabilidad de cada producto, el enfoque integral de GLOBAL GAP y Joselito garantiza que los productos que nuestros clientes consumen se han producido en condiciones responsables que conservan la tierra y el agua, realizan un uso eficiente de la energía, reducen los desechos, fomentan la biodiversidad y velan tanto por las personas que los producen como por todos los animales que conforman la fauna de la amenazada dehesa. Ojo: estos requisitos son revisados periódicamente por parte de organismos independientes.
No está de más recordar que Joselito no se detiene en su frenética actividad de reforestación -que ha llevado a plantar más de 165.000 encinas y alcornoques en los últimos años, dentro de un proyecto de más de dos millones de árboles del género quercus de aquí a 2050–, sino que continúa con su política de cuidadosa selección de proveedores y materiales para contar, por ejemplo, con el packaging más respetuoso con nuestro achacoso planeta.
Tan prestigioso galardón se une a una lista de reconocimientos a nivel internacional. Joselito puede sacar pecho, asimismo, de ser la primera empresa agroalimentaria en obtener el sello de calidad forestal PEFC (Asociación para la Certificación Española Forestal, una organización independiente sin ánimo de lucro). ¿Y eso que significa, en román paladino? Pues que dicha asociación, la más importante del mundo en cuanto a sostenibilidad forestal, da fe de que Joselito cuida, preserva y se afana sin escatimar recursos ni horas de sueño, en que en el futuro se otorgue más masa forestal a las generaciones que han de venir.
Nuestros cerdos tienen, por tanto, motivos de sobra para estar más happy que nunca. Y encima se les viene encima la montanera, con siete kilos de bellota por barba y tres hectáreas de esmeraldino spa para cada uno a diario. Para relamerse...