No hay boda que se precie sin jamón. Es uno de los platos indispensables de estas ceremonias y el preferido de la inmensa mayoría de los invitados. Si estás pensando en dar el “sí, quiero”, no te cortes y cásate con Jamón Joselito. ¿Imaginas cómo sería ese momento?
La pareja, exultante de felicidad, hace su aparición tras desposarse y recibe vítores y aplausos de familiares y amigos. En el jardín o lugar estratégico está todo preparado para que dé comienzo el prólogo al banquete. El ambiente está cuidado al detalle: la luz, la ornamentación floral de las mesas, la atmósfera musical…
Mientras se comentan tocados, guisas más o menos afortunadas y demás atuendos, las primeras miradas se van hacia el Jamón Joselito que empieza a ser rebanado con mimo por el maestro cortador justo en el momento en que entra por la puerta el primer invitado, ni un minuto antes, para que no se reseque ni una loncha, para que no pierda de ápice de calidad ni de color. Un mandamiento que se lleva a rajatabla en Joselito.
Un enlace sin la joya totémica de la dehesa y sin el sello del mejor jamón del mundo podría estar abocado a no durar ni un suspiro. Porque en la antesala, la pareja ha podido discutir horas y horas de desvelos sobre el sitting de suegras y cuñados, las fotos en blanco y negro o en color, el vídeo en slow motion con la banda sonora de Top Gun, la luna de miel en Maldivas o en Nueva York.... Sin embargo, con el jamón no hubo conflicto. Acuerdo a la primera. Joselito. Y punto.
La empresa salmantina lleva ofreciendo este servicio largo tiempo con éxito intachable. Además le avalan 152 años de tradición y pureza.
“He tenido la suerte de cortar en muchos enlaces, algunos bastante importantes. Viste muchísimo contar con un cortador y con un jamón tan supremo. Resulta espectacular, muy llamativo, es una parte muy bonita, y nosotros tenemos la oportunidad de afanarnos aún más si cabe con nuestro trabajo, que suele durar lo que dura el cóctel”, explica Ernesto, maestro cortador de Joselito con muchísimas bodas en su chaquetilla.
“A veces se monta hasta cola, con mucha gente que te pregunta, que quiere saber detalles y curiosidades. Y cuando ven la marca Joselito ni te cuento, sinónimo de calidad.
Si la boda quiere ser importante, el jamón lo ha de ser”.
Para los que estén cerca de declararse –o lo hayan hecho ya– y quieran echar la cuenta, por cada 120 invitados un jamón de unos 8 kilos es perfecto, con su respectivo samurai para extraer debidamente toda la sinfonía de sabores de la dehesa y los happy pigs de Joselito.
¿Alternativas? La opción ideal es una curación mínima de cuatro años (Gran Reserva), si bien hay quien se decanta por una pieza Vintage que ha pasado en bodega un tiempo no inferior a siete temporadas.
Jamón, sal y tiempo componen esta obra maestra que oficia la apertura de los recién casados. Nada de aditivos ni colorantes o químicos.El jamón supone el mejor prólogo para lo que ha de venir. Abre boca. Prepara el paladar. Y si lo escolta un buen champagne esta obertura resulta aún más memorable.
Un detalle más: si la pieza Joselito no se acabara por parte de los invitados (cosa que rara vez ocurre), el sobrante se lleva a tienda, se lonchea, se envasa al vacío y se envía a la feliz pareja. ¡Y que vivan los novios!
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