El agua es la jefa suprema. Sin ella, nada crece, todo se marchita. Cada 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua para recordar lo importante que es este tesoro líquido.
El agua sigue un ciclo frágil que, si lo reventamos, nos deja secos. Y en Joselito es un bien que cuidan y hacen que forme parte natural de su ciclo vital: sin agua no hay dehesa, sin dehesa no hay bellotas, y sin bellotas no hayjamón Joselito.
Los árboles son los auténticos reclamos de nubes y guardianes de la humedad en el suelo. En Joselito, cada año se plantan miles de árboles para fortalecer el ecosistema. Todo ello forma de una estrategia que permite mantener la dehesa viva. Sin esta vegetación, la tierra se seca y el agua desaparece.
El llamado ‘ciclo corto del agua’, que aporta cerca del 40% de la lluvia que recibimos, depende de este equilibrio.
Reforestar es sinónimo de preservar el agua. Cuidar el agua también significa evitar que se contamine.
En Joselito, la producción es sostenible y libre de metales pesados o químicos que puedan filtrarse al suelo. Cada cerdo Joselito dispone de tres hectáreas de terreno donde se mueve en libertad, sin generar sobreexplotación del suelo ni contaminación de acuíferos. Todo está pensado para que el impacto sobre el entorno sea mínimo y el ciclo natural continúe intacto.
Ejemplos de recuperación del agua hay muchos. Sebastião Salgado, fotógrafo brasileño, heredó un terreno seco y sin vida. Decidió plantar miles de árboles, y después de décadas, el agua volvió. Los manantiales resurgieron, y la biodiversidad regresó.
En Joselito seguimos esa misma senda. Cada árbol plantado ayuda a mantener el equilibrio hídrico y garantiza un ecosistema donde los cerdos pueden vivir de manera natural. Proteger el agua, además, es un esfuerzo del que todos debemos estar concienciados. El agua es un bien que nos pertenece, que es sinónimo de vida, y que mantiene hidratado nuestro suelo y nuestro planeta.
Cerrar el grifo cuando no lo usamos, elegir productos sostenibles y apoyar proyectos de reforestación son gestos que marcan la diferencia. La naturaleza siempre devuelve lo que le damos. Un ecosistema en equilibrio es la clave para que la dehesa siga siendo un espacio donde los cerdos puedan crecer en libertad, alimentarse de bellotas y producir un jamón de calidad excepcional. El agua no es infinita, pero si la cuidamos, su ciclo seguirá fluyendo. Y con ella, la vida en la dehesa y el sabor de un auténtico Joselito.
