El melón con jamón es uno de los platos más populares de nuestra gastronomía fuera de las fronteras de España. Aunque a muchos les cueste creerlo, el “melón a l’espagnole” ha sido una combinación que ha generado muchísimo interés internacionalmente. En realidad, este primer plato se ha servido como aperitivo o canapé en infinidad de cáterings y bufés y es que la mezcla del dulce del melón con el salado del jamón ha sido durante muchos años lo más de lo más en cocina moderna.
Claro, todo mejora cuando contamos con un melón de calidad y cuando el que se usa es el mejor jamón del mundo. ¿Puede haber una receta más 100% natural que esta? Durante los años 70 lo tenían clarísimo pero murió de éxito precisamente porque se popularizó tanto que cayó en el uso de melones de corchopan y jamones que no merecerían ni la etiqueta de jamón. Hubo un momento en el que sólo lo encontrábamos en los menús del día más olvidados pero Ferran Adrià y otros grandes de la gastronomía tuvieron a bien recuperar la combinación de forma técnica; hemos conocido hasta el consomé de ibérico con esferificaciones de melón de El Bulli.
Ahora, que se ha recuperado la ensalada clásica de melón con jamón en Joselito’s Velázquez para que todos la disfruten este verano, desde aquí proponemos una versión 2.0 para ir un paso más allá; indudablemente cuanto mejor sean los ingredientes que utilicemos más rica quedará nuestra combinación. Indudablemente, esta receta entra directa a formar parte del pódium de las recetas Joselito perfectas para el verano junto con otras ensaladas como la ensalada de aguacate con salchichón y gremolata, el remojón granadino con panceta Joselito, la ensalada de patata asada con pesto de rúcula y coppa o la ensalada de navajas escabechadas y jamón.
Entre sus ingredientes, un buen melón, algo de aceite de oliva virgen extra, un toque de pimienta negra y la selección que cada uno prefiera de jamón Joselito. Yo invito a probar la zona de la punta del jamón debidamente cortada al momento, ¡todo un manjar! Parte del melón en fresco, sin tocar, y la otra parte cocinada a la plancha a fuego a tope para que caramelice. Quien se atreva, un toque de ralladura de limón al final también le va de maravilla.