
Cada 5 de junio, el Día Mundial del Medioambiente nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el entorno natural que tenemos a nuestro alrededor.
En un contexto global marcado por la urgencia climática, la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de recursos, las iniciativas reales se hacen más importantes que nunca, cobrando un valor esencial.
En España, uno de los mejores ejemplos de equilibrio entre producción alimentaria y conservación medioambiental lo podemos encontrar en un ecosistema milenario: la dehesa. Y dentro de ese sistema, Joselito como principal destacado en salvaguardar sus recursos. No por nada somos los guardianes de la dehesa.
Lejos del modelo intensivo que domina gran parte del sector agroalimentario, Joselito basa su producción en una lógica inversa: menos cantidad, más calidad, y sobre todo, más respeto.
Nuestro jamón no es solo el resultado de una genética excepcional y un proceso de curación artesanal, sino ante todo el fruto de una relación excepcional con el territorio. La dehesa es un ecosistema único, presente principalmente en el suroeste peninsular. Se trata de un modelo donde conviven encinas, alcornoques, pastos naturales y ganadería extensiva. Joselito trabaja con más de 150.000 hectáreas de dehesa certificada, un entorno que proporciona alimento natural a nuestros cerdos —principalmente bellotas y hierbas silvestres— y que actúa como sumidero de carbono, refugio de biodiversidad y defensa natural contra la desertificación.
Cada cerdo de Joselito cuenta con al menos dos hectáreas para moverse libremente, lo que favorece el bienestar animal, reduce la erosión del suelo y permite una regeneración constante del ecosistema. La actividad del cerdo, al hozar el terreno, contribuye además a la dispersión de semillas y al ciclo de nutrientes. Es una cadena virtuosa, donde el animal cuida del bosque mientras el bosque lo alimenta.
Además del trabajo ganadero, Joselito también ha invertido en proyectos de reforestación, conservación de especies locales y gestión forestal sostenible. El respeto por los ritmos naturales se extiende a todo el proceso de producción. No utilizamos aditivos ni conservantes. No aceleramos la curación con técnicas artificiales. Todo se hace según las maravillosas y únicas leyes del tiempo, el clima y el entorno. Uno de los avances más significativos ha sido la implementación de sistemas de monitorización de biodiversidad, que permiten evaluar en tiempo real el estado del ecosistema. Unos datos que facilitan la toma de decisiones informadas sobre rotación de zonas de pasto y protección de especies clave.
La mirada no deja de ser dinámica. En un mundo saturado de promesas ecológicas, Joselito ofrece algo más valioso: resultados. Nuestro modelo demuestra que es posible producir alimentos de altísima calidad mientras se protege —e incluso se mejora— el entorno natural.
En este Día Mundial del Medioambiente, solo basta mirar a la dehesa, seguir el rastro de un cerdo de Joselito y entender el trabajo detrás de cada pieza para comprobar que, cuando se hace bien, lo excepcional no es incompatible con la responsabilidad. Al contrario: puede ser su mejor embajador.