Sólo me ha faltado añadir al título de “desintoxicarnos de la Navidad” el apéndice “¡en cómodos pasos!” y ya hubiese quedado redondo. Y más si recibes los fascículos en casa… qué cosa más de los noventa, como se nota que se ha acabado la Navidad y hay nostalgia en el ambiente, ¡snif, snif!
Y hablando de Navidad, ¿cómo ha ido la vuestra? Bueno, lo más importante es que los que la hemos empezado, la hayamos acabado. Esta reflexión tan de padre, creo que en el fatídico 2020 se la ha apoderado hasta el adolescente con más granos del planeta. Porque sinceramente, raras iban a ser y han sido pero ya han acabado, así que por lo menos que estemos todos. Creedme que nunca me hubiese visto dando este tipo de consejos sin ser yo Mr. Wonderful.
Pues las mías han pasado sin pena ni gloria. Con mi padre y mi madre en Madrid, mucho salón, risas, horas de Netflix los tres juntos (con distancia de seguridad) y algún que otro embutido de Joselito y de mi querida Zamora. Porque lo siento mucho, yo al marisco me niego, no sé vosotros, pero yo lo de chupar una patata de un crustáceo y pensar que estoy saciado... como que no. Soy de la vieja escuela que dice que “es mejor hacerle un traje que invitarle a comer”, así que imagínate la de patas que voy a necesitar para llenarme… nada nada, un buen bocadillo de jamón y feliz.
En mi casa hemos cambiado la bandeja de dulces de Navidad (de la cual os hablé hace unas semanas) por la bandeja de embutidos. ¡No sabéis qué felicidad! Da igual la hora que sea, tu entras en casa y te tomas una rajita dechorizo, unas lonchas de lomo, su poquito de jamón... las cosas que de verdad importan en Navidad.
Tampoco es que haya habido grandes festejos ni muchas comilonas, pero quizás lo que más ha escaseado (y a esto culpo a los políticos) es la falta de movilidad. Y no me refiero entre Comunidades Autónomas, sino de uno propio. Como nos han dicho que nos quedemos en casa y huyamos las aglomeraciones, los centros comerciales y las calles, pues oye, que hemos chupado mucho sofá, y claro, eso se nota en el cuerpo.
No sé vosotros pero yo soy un culo inquieto y el hacer una vida más “sedentaria” por el bien de la humanidad me ha hecho estar un poco más oxidado y con las digestiones más pesadas. Nada del otro mundo, no se preocupen por mi salud que esto en dos días de bici y tres de crossfit lo tengo más que recuperado.
Ahora bien, hechas las introducciones y guardado el arbolito de Navidad, ¡toca desintoxicarse! Y aquí es donde me río de mí mismo y digo “Guillermo, has perdido los papeles”. Si algún paciente me está leyendo, estará flipando en colorines porque soy un negacionista de este tipo de frases tan de vecina del cuarto. ¿Desintoxicarnos de qué? Yo no estoy intoxicado ni por CO2 ni por consumo de ningún tipo de sustancia, pero al lector le gusta más un salseo y un mito de alimentación que un tonto un lápiz (y os lo digo con todo el cariño), pero me veo cualquier día escribiendo “pierda 10kg en una semana”.
Si llego a ese punto es porque no tengo qué comer, nadie me quiere y Joselito ha dejado de mandarme el jamón semanal a casa, eso sí que sería un auténtico problema. Pero como espero nunca llegar a ese punto, vamos a ver qué podemos hacer para desintoxicarnos de la Navidad sin pasar por el médico.
¿Quépautas debemos seguir para una dieta desintoxicante post-Navidad? Despliega tus cinco sentidos que voy. Si nos ceñimos a la desintoxicación de la que tanto me río, hay que hacerlo tanto de la comida como de la bebida. Pero también vamos a tener otros puntos en cuenta:
Sigue estos sencillos consejos y estarás desintoxicado de la Navidad, listo para encarar en buena forma el resto del año.