Entre los árboles que nos podemos encontrar en las dehesas que alimentan a los cerdos de la cabaña de Joselito, además de la ya mencionadas encinas, destaca otro árbol, importante componente de la misma familia y similar a simple vista a la encina, de la que sin embargo se distingue fácilmente por su corteza muy gruesa, esponjosa y ligera que recibe el nombre de corcho, hablamos del Alcornoque (Quercus Suber). Es un habitante habitual en los bosques mediterráneos, aunque con matices respecto a las encinas y quéjigos. A diferencia de la encina (Quercus ilex) no soporta los terrenos calizos y es menos resistente al frío, demanda climas de inviernos más suaves y húmedos y prefiere los suelos sueltos y permeables sobre sustrato silíceo ocupando, si es posible, zonas frescas y abrigadas.
El alcornoque surgió en el Campo de Gibraltar en la Era Terciaria. Diez millones de años después, Andalucía es aún la región con más ejemplares 125.000 hectáreas de alcornocales.
Su nombre en castellano deriva directamente del latín Quercus al que se añade eñ prefijo -al.
El alcornoque es un árbol de tamaño medio-grande, como máximo puede llegar a medir 20 ó 25 m de altura. En su juventud presenta un porte erecto, que luego tiende a inclinarse y retorcerse. Su copa es amplia y crece muy extendida si dispone de espacio suficiente para ello, la forma que presenta la copa varía mucho ya que depende de las podas a las que haya sido sometida.
Las hojas del Quercus Suber son perennes, de forma lanceolada, con el borde sinuoso. Son hojas muy duras y coriáceas.
El fruto del alcornoque es una bellota alargada que mide aproximadamente 2-3cm y presenta un pedúnculo, su color es un castaño rojizo intenso que alcanza cuando está madura.
La encontramos cubierta en su parte inferior por una cúpula de 1-2 cm., de color grisáceo claro, que la llega hasta la mitad de la bellota y está formada por escamas, estas escamas la caracterizan y diferencian de las bellotas de encina.
Estos frutos, las bellotas, contienen fécula, azúcares, grasa y taninos pero son amargas y por lo tanto no son comúnmente utilizadas como comestibles para humanos, pero se utilizan para cebar animales, sobre todo a los cerdos ibéricos de bellota.
La bellota del alcornoque se produce en los meses de septiembre (migueleñas) hasta enero.
Son árboles muy longevos y con un tronco muy grueso que presenta, como ya hemos mencionado anteriormente, una corteza compuesta por corcho, se trata de una corteza blanda, esponjosa, de poco peso y con profundas grietas, pude llegar a alcanzar los 25cm.
La corteza protege al árbol contra las heridas, las enfermedades y
contra los ataques de los insectos. El alcornoque, produce gran cantidad de corteza para sobrevivir a la sequía y a los incendios, es pues un elemento clave para la supervivencia del árbol.
La corteza del alcornoque es rica en taninos, ácido gálico y elágico, azúcares y pectina por ello en la antigüedad fue usado como potente antihemorrágico, cicatrizante e antiinflamatorio.
Sin lugar a dudas, actualmente, los principales aprovechamientos del alcornoque son las ya mencionadas bellotas y el corcho, que es utilizado tanto para la fabricación de tapones para botellas como aislante térmico y acústico en las construcciones, para realizar elementos decorativos, para la confección de determinados tejidos, para hacer plantillas, incluso ha sido utilizado por la Nasa en algunas misiones espaciales.
La corteza se extrae a principios del verano aproximadamente cada 9-10 años denominándose esta actividad “la saca del corcho”. La “saca” deja a la vista la corteza interior o “capa madre”, que presenta inicialmente un color amarillo canela que evoluciona posteriormente al rojo oscuro y posteriormente se vuelve negra. Las sucesivas “sacas” dan cada vez un corcho mas fino y de mejor calidad.
La madera del alcornoque es parda, dura y resistente, utilizándose para fabricar herramientas de carpintería y en construcción naval, así como para elaborar carbón de alto poder calorífico.