La encina (Quercus ilex) es un árbol mediano que puede llegar a alcanzar de 16 a 25 metros de altura. Su copa es ovalada al principio y según pasan los años va ensanchando hasta tomar una forma redondeada.
Existen dos subespecies de la encina, Quercus ilex subespecie ilex y Quercus ilex subespecie ballota (sinónimos de esta última son también Quercus rotundifolia y Quercus ballota). Quercus ilex subespecie ilex se caracteriza por unas hojas más grandes y parecidas a las hojas del laurel, prefiere los ambientes húmedos (en España, la cornisa cantábrica y Cataluña, fundamentalmente) también es conocida como la encina de bellotas amargas, mientras que Quercus ilex subespecie ballota, también llamada la encina de bellotas dulces, presenta hojas ovales y con borde espinoso principalmente en la parte baja del árbol o en árboles jóvenes y es menos exigente en cuanto a las condiciones climáticas. De todas maneras son frecuentes los individuos con caracteres intermedios, especialmente en las zonas de contacto de ambas subespecies.
Las dos subespecies de Encina, junto con el Alcornoque (Quercus Suber) y la Coscoja (Quercus Coccifera), forman el grupo de los Quercus Perennifolios Ibéricos.
El envés de las hojas de las encinas está recubierto de unos pelillos grisáceos que se desprenden al frotarlos y por los que se pueden distinguir fácilmente las encinas jóvenes de las coscojas (Quercus Coccifera), cuyas hojas carecen de ese vello y son de un verde vivo en el envés. Las hojas de las encinas son muy duras y evitan la excesiva transpiración de la planta, lo que le permite vivir en lugares secos y con gran exposición al sol, como la ribera mediterránea.
La corteza del tronco de la encina es lisa y de color verde grisáceo en los tallos pero se va oscureciendo según crecen y, con el paso del tiempo, unos 15 o 20 años la corteza se agrieta en todas direcciones, quedando un tronco muy oscuro, prácticamente negro.
El fruto de la encina se denomina bellota, son en principio verdes y se tornan de color marrón oscuro cuando maduran, llama la atención su gran brillo y presentan un “sombrerillo” característico formado por brácteas muy apretadas y densas, que recubren aproximadamente un tercio de su tamaño. La maduración del fruto es octubre a noviembre y algunos años incluso en diciembre, por lo que la caída de la bellota puede retrasarse hasta enero, aunque es poco frecuente. Este periodo de tiempo es conocido como “montanera”. La edad mínima a la que comienzan a dar frutos las encinas depende de las características medioambientales del lugar donde se encuentran, pero como media diríamos que a partir de 15 - 20 años de la vida del árbol.
Las encinas se reproducen muy bien por semillas (sembrando las bellotas), aunque también se multiplican por brotes de raíz y de cepa. Se crían bien en todo tipo de suelos.
Su área de distribución natural es el Mediterráneo, ya que se encuentra en todos los países que lo bordean, pero sólo en las zonas con clima mediterráneo, ya que cuando el clima es más lluvioso y de tipo atlántico, la sustituyen otras especies de Quercus, como los robles, quejigos o alcornoques. Así, en España resulta ser la especie forestal que más territorio ocupa: unos 3 millones de hectáreas de encinares repartidos por toda la península y en las islas Baleares, excepto la franja costera cantábrica donde, sin llegar a ser rara, es mucho menos abundante que en el resto de la península.
Las encinas se encuentran principalmente formando dehesas, en las que se aprovechan sus bellotas para alimentar al ganado y su leña para hacer un excelente carbón.
Su madera es muy dura y no se pudre, aunque precisamente por esta dureza es muy difícil de trabajar, por ello se emplea para elaborar piezas que tengan que soportar gran rozamiento, como en carros, arados, parquets, herramientas, etc., así como en pequeñas obras hidráulicas y en la construcción, formando pilares o vigas. La corteza por su parte, cuenta con gran cantidad de taninos, por lo que es muy apreciada en las tenerías para curtir el cuero (especialmente utilizada en Marruecos).
De todos modos el principal aprovechamiento de la encina es su fruto, las bellotas, manjar único en el mundo y escaso con el que se alimenta durante los meses de montanera a los cerdos ibéricos de bellota.
Cárnicas Joselito S.A. administra más de 100.000 hectáreas de dehesa en la península ibérica para alimentar a su propia cabaña de cerdos ibéricos.