El cerdo ibérico es el símbolo nacional donde los haya y animal de exquisiteces sin igual que ha poblado siempre las grandes dehesas ibéricas, desde el océano Atlántico hasta el mar Mediterráneo, desde antes de la existencia de nuestros pueblos y ciudades más antiguas.
La trayectoria de este especial animalito, de esta familia porcina antaño olvidada, se remonta hasta el Neolítico, época en la que, según algunos vestigios o tallas en piedra, el hombre histórico ya lo había domesticado.
El cerdo ha estado presente en la historia de la religión, de la gastronomía y el folclore de los principales pueblos del Mediterráneo, que aportan pruebas concluyentes sobre la utilización o rechazo de este animal, que llegó a estar campando por la cuenca mediterránea en España, Grecia e Italia. ¿Quieres conocer su historia?
Los celtas utilizaban el cerdo en numerosos oficios de culto y lo consideraban un sustento básico en su nutrición. Los griegos, por su parte, veneraban a la diosa cerda y atribuían facultades premonitorias, casi mágicas, a los porqueros. Homero nos relata, en la Iliada, como los héroes se daban grandes banquetes de carne con tajadas pinchadas en hierros y asadas a la lumbre.
Los griegos tenían a los cerdos consagrados a las diosas Demeter y Cibeles y al dios Marte a cuyas divinidades se inmolaban en los sacrificios. El lugar de crianza de los cerdos que comúnmente lo denominamos "porqueriza", los griegos, lo llamaban Eubuleo, cuyo nombre significa literalmente "buen consejero", se le atribuían poderes mágicos y a él recurrían los necesitados de algún poder divino.
En tiempos del sitio de Troya existía la costumbre de inmolar un cerdo, un carnero y un toro en honor del rey Poseidón para aplacar su cólera, costumbre que también tuvieron los romanos.
En Esparta las fiestas donde se presentaba mayor numero de público se repartía un caldo de cerdo, pan de cebada y vino, a esta costumbre lo llamaban "Caldo Cachuela". Los Cretenses decían que Zeus tenía como mascotas a los cerdos y por ello lo tenían como animal considerado.
En los tiempos del imperio romano, los productos derivados de la carne de cerdo llegaron a alcanzar el rango de alimentos regios.
A la hora de hablar de la historia de cerdo ibérico, hay que destacar que Catón fue el primero en publicar la forma de salar y curar el jamón estamos ante la primera receta sobre salazón de perniles de cerdo, aparece en el libro "De re agrícola" de Catón el Viejo, que murió en el 149 antes de Cristo, aunque el documento más divulgado fue el llamado "Ordenanzas de Diocleciano" en el año 301 después de Jesucristo.
A los romanos les debemos también la organización de la matanza y venta de carne en las carnicerías, institucionalizándose la figura del carnicero como oficio. Del mismo modo, a lo largo de toda la historia de España, desde la época prerromana hasta hoy en día, nuestra literatura es rica en cuanto a las menciones que se hacen de este sabroso animal y de los productos que de él se obtienen.
El cerdo de tronco ibérico es el resultado de la evolución del prehistórico Sus mediterraneus (jabalí mediterráneo), ubicado en los países del litoral mediterráneo.
Este cerdo ibérico, descendiente del Sus mediterraneus, el jabalí que antaño pobló ambas orillas del Mare Nostrum, es la última raza porcina de pastoreo de Europa.
Se trata de una raza diferente y única que se asentó en las dehesas ibéricas que antiguamente cubrían todo nuestro territorio nacional, actualmente se reducen a las fincas y los parques naturales de encinares y alcornocales que pueblan el oeste y suroeste peninsular los que configuran el hábitat natural del cerdo ibérico.
Estas áreas geográficas, se corresponden con las comarcas españolas de Andalucía Occidental, Extremadura y Salamanca.
Es aquí, en su hábitat natural donde desde hace mas de cien años JOSELITO cría en libertad a sus cerdos de tronco ibérico, con absoluto respeto a la naturaleza y a la tradición.