
Hace siglos que la dehesa forma parte de nuestro paisaje emocional. Un gigantesco tapiz de encinas, alcornoques, pastos y aves, donde el tiempo se mueve más despacio y la vida gira en torno al ciclo de la bellota. En ese entorno crecen los cerdos de Joselito, símbolo de un modelo de ganadería sostenible que hoy vemos íntimamente ligado al ritmo natural de la tierra.
Sin embargo, ese equilibrio está en riesgo. En los últimos años, las encinas están enfermando. La causa principal es la seca, un mal silencioso causado por varios agentes tanto bióticos como abióticos y un microorganismo del suelo como agente principal: Phytophthora cinnamomi, a la que los investigadores llaman “la destructora de plantas”. Se propaga sin aviso, favorecida por otro patógenos, ataca las raíces y acaba por matar al árbol. Su avance afecta a miles de hectáreas en España y Portugal, una situación que está poniendo en peligro nuestro ecosistema, que a su vez sirve como alimento a la fauna, regula el clima y sostiene a miles de familias.
La pérdida de encinas y alcornoques además de transformar el paisaje, también empobrece la cultura rural, el suelo y la memoria del campo que nos rodea. Como ocurre con los arrecifes de coral o las praderas marinas, ya sabemos que la desaparición de estos árboles arrastra consigo la extinción de todo un sistema de vida e incluso afecta a nuestra SALUD.
Para combatirlo, Joselito impulsa DEHELIFE, un proyecto de investigación creado junto a la Universidad Complutense y el CDTI, que une ciencia, biotecnología y conocimiento tradicional. ¿Su principal meta? curar la dehesa desde el suelo, logrando restaurar su microbioma, esa red invisible de microorganismos que sostiene la salud de todo el ecosistema hasta los seres humanos.
El método es tan innovador como natural. Los investigadores analizan suelos vírgenes —aquellos que nunca han sido sometidos a agentes de estrés— para identificar bacterias y hongos autóctonos beneficiosos. Una vez aislados, se reintroducen en terrenos dañados para recuperar el equilibrio biológico y frenar la expansión de patógenos como lPhytophthora. En laboratorio, los resultados ya son esperanzadores: hemos logrado que las trichodermas, unos hongos con poder desbloqueante de nutrientes y antimicrobiano, inhiban al 100 % el patógeno. Ahora el reto es trasladar ese éxito al campo, junto a nuevas herramientas de diagnóstico temprano que permitan actuar antes de que los árboles enfermen.
La tarea de DEHELIFE no consiste en fabricar pesticidas o fertilizantes artificiales. Su labor es mucho más estimulante, el proyecto se encarga de desarrollar biorreguladores autóctonos que reactiven la vida del suelo, mejoren su estructura y fortalezcan a las raíces frente a enfermedades. Es una manera de hacer ciencia mucho más dinámica, en la que se tiene a la naturaleza como aliada y no como un lugar del que extraer recursos. Una mirada coherente con lo que se conoce como filosofía One Health, que entiende la salud del planeta, salud del suelo, de las plantas,los animales y las personas como una sola SALUD.
El compromiso de Joselito con este ecosistema es, por tanto, ambiental, cultural y social. Mantener viva la dehesa significa proteger una forma de vida, una tradición y un patrimonio natural que define la identidad del campo español. En definitiva, defender la dehesa es defender la vida y nuestro futuro.