No sé vosotros, pero yo en mi época de colegio era de los que iba a la panadería a comprar el pan y el currusco siempre caía (currusco, así lo llamamos en Zamora, sé que cada lugar tiene su nombre así que no voy a entrar a investigar ese tema de los palabros).
Si os soy sincero, había algunas veces que la barra de pan no llegaba viva a casa, sobre todo si te quedabas dándole a la lengua con tus colegas fuera de la panadería…y es que un servidor a la salida del colegio tiene muchísima hambre, y más si viene de la clase de educación física.
Volviendo al tema del día mundial del pan, la Union Internationale de la Boulangiere et de la Boulangiere-Pàtisserie (UIB), celebra todos los 16 de octubre el Día Mundial del Pan.
Además, desde hace unos años la UIB ha empezado a contactar con 2 organizaciones muy importantes: la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Por ejemplo, esto sirvió para que el año pasado, el 2020, fuese declarado “el año internacional del pan” con el objetivo de resaltar la importancia del pan en diferentes tipos de dieta de cualquier parte del mundo.
Esto se hizo principalmente para hablar de los beneficios del pan y desmontar todas esas teorías conspiratorias que hay en su contra. Todavía me sigo encontrando en consulta a pacientes que me dicen que el pan engorda…y como siempre les digo: “imaginaros que no engordase, comeríamos y al final acabaríamos muriendo de todo el peso que hemos perdido”; y es que un servidor se tiene que poner “gore” para que se dejen de meter con el pan y le tomen en serio.
Desde siempre, el pan ha ido de la mano con el desarrollo cultural y social de la humanidad, enfrentándose a nuevos retos para consolidarse como parte fundamental de la alimentación, promover la cultura del pan como alimento enriquecedor de cualquier comida saludable y como parte también indispensable de una dieta saludable.
Con este Día mundial del pan se pretende compartir desde el trabajo de los panaderos, hasta intercambiar los pareceres sobre la materia prima con las que se elaboran todo tipo de variedades de pan. Hay que hablar de cultura, de alimentación y de nutrición, y hay que conocer los beneficios de los diferentes panes que tanto nos gustan.
En España somos muy paneros. Todas las cosas nos gusta acompañarlas con pan, y ya no solo el embutido de Joselito, sino que hacemos auténticos barcos en las sopas o en la crema de verduras, por no hablar de cualquier lector aquí presente que se come el segundo plato mientras en su mano izquierda sostiene un trozo de pan.
Sí, algo muy español. Tanto como el bocadillo de jamón, del que tantas veces he hablado y del que sigo hablando (con jamón Joselito mucho mejor, ya lo sabéis).
Y más español es consumir pan blanco en nuestras casas, aunque hay una nueva oleada de panes novedosos que nada tiene que envidiar al pan blanco, todas esas tostadas que vemos en Instagram, por ejemplo. Así que veamos qué tipos de panes consumimos en España a día de hoy:
Quizás sea el más famoso o el más consumido entre los españoles por tradición. El pan de trigo, tanto en pan blanco o en pan integral está incluido en nuestra dieta semanal por los beneficios que aporta.
Aquí el único pero que ponemos es que los celíacos se tienen que bajar del carro porque el gluten del trigo evidentemente no les favorece, deben optar por opciones “gluten free”.
El pan de trigo nos ayuda a regular el tránsito intestinal gracias a los valores de fibra, nos aporta una buena dosis de energía al cuerpo debido a los hidratos de carbono, también tiene un efecto saciante.
Según la norma, el pan de centeno debe contener al menos el 51 % de harina de centeno para ser considerado de este tipo, aunque el resto pueda ser de harina de trigo.
El color de su miga es más oscuro que en el pan de trigo, por eso se le denomina también pan negro. Tiene un alto contenido de fibra alimentaria por lo que es muy consumido entre la población que tiene problemas de digestiones y tránsito intestinal (tampoco nos vamos a poner escatológicos a estas alturas).
Su consumo es cada vez más elevado, aunque todavía muy por debajo del pan común o pan de trigo. Originariamente era considerado un pan de gente humilde y ahora si me apuras es el más consumido entre los hipsters, influencers y centenials de la vida.
Tiene un sabor ácido, mucho más que el de trigo, y si nos ponemos gastronómicos, combina bien con quesos fuertes y verduras. Dura más que el pan de trigo…no se pone duro.
Pasa lo mismo que con el pan de centeno, y es que el pan de cereales es aquel en el que se usa harina de trigo mezclada con una proporción del 51 % de harina de otro cereal, por ejemplo: maíz, cebada o avena.
Por este motivo, recibe el nombre de este último ingrediente. El pan de semillas incorpora semillas enteras o fraccionadas de cereales y oleaginosas como, por ejemplo, de girasol, sésamo, lino (seguro que has visto mucho en panaderías esos panes con mil “cosas” pegadas por encima). La incorporación de las semillas puede ser en la masa o en la superficie, pero siempre en forma de semillas apreciables y nunca molidas.
De estas 3 modalidades de pan, después surgen millones de tipos, que si baguette, chapata, hogaza…además seguro que cada uno de estos panes te transporta a diferentes momentos de tu vida, desde una excursión con el colegio y sus bocadillos hasta una comida familiar con una buena barbacoa con un típico pan de pueblo ¡Qué suerte los que somos paneros!
Biografía:
Guillermo V. Rodríguez - Nutricionista
https://pandecalidad.com/dia-mundial-del-pan
https://www.ocu.org/alimentacion/alimentos/informe/pan-guia-de-compra528774
