Como cada 19 de octubre “celebramos” o mejor dicho, visibilizamos el Día Internacional de lucha contra el Cáncer de mama. El objetivo principal de este día siempre es sensibilizar a la población (mujeres, tanto jóvenes como mayores) de la importancia que tiene una detección precoz. Parece una chorrada, pero el cáncer de mama es el cáncer que tenemos todos más presente en nuestra vida, el más visible, del que más se habla, el que más se chequea…quizás también porque sea el más común o el más frecuente entre la población.
La importancia de una detección precoz con una serie de pruebas es simplemente con el fin de mejorar el pronóstico y la supervivencia en la mayoría de los casos. Hay que tener muy presente que el cáncer de mama es la primera causa de muerte en la población femenina a nivel mundial. Parece mentira con lo que hemos avanzado, pero es así. Vamos a ir un poco a la raíz del problema y ver cuales puedes ser las causas o lo que nos haga desencadenar en un posible cáncer de mama en algún momento de la vida.
No se puede dar por sentado que una causa nos haga desarrollar un cáncer de mama a lo largo de nuestra vida, pero sí que es verdad que algunos estudios han demostrado que el riesgo de tener cáncer de mama se debe a una combinación de factores:
Antiguamente la gente no moría de cáncer porque la gente no se moría con 90 años o más como ahora. Para cualquier enfermedad, tener una edad avanzada es sinónimo de enfermedades, aunque el desarrollo es diferente que en gente joven.
Es curioso pero la edad a la que tengas la primera regla influye en un desarrollo de cáncer de mama.
Antes se tenía hijos con apenas 20 años, hoy en día por las situaciones sociales, económicas del mundo en el que vivimos, muchas mujeres tienen su primer hijo a los 40 años;
Parece una losa que tienes que acarrear de por vida si no quieres ser madre… Algo que cada vez es más común en la sociedad en la que vivimos por decisiones personales de las mujeres.
Blanco y en botella. Si tu abuela o madre ha tenido o desarrollado un cáncer de mama en algún momento de su vida, es muy importante una revisión y un controla anual;
Los estrógenos o la progesterona puede alterar el cuerpo de una mujer a nivel hormonal y se considera una posible causa en el desarrollo de un cáncer de mama;
Desgraciadamente, no existe una dieta mágica que pueda prevenir o curar el cáncer. Pero podemos y debemos tomar medidas que nos ayudan a reducir el riesgo. Es importante elegir productos naturales, sin conservantes, sin mucho azúcar añadido y mirar (sin obsesionarse) las calorías. Al fin y al cabo, se recomienda elegir dietas completas que son mejores para la salud general.
Una de las dietas recomendadas por los médicos, muy completa y que cubre todas las necesidades nutricionales, es la dieta mediterránea.
Este tipo de dieta incluye muchas verduras, frijoles, frutas, mariscos y aceites vegetales saludables. No contiene muchos carbohidratos refinados (como productos con pan blanco), azúcares y productos procesados. Nos ayuda a mantener el peso adecuado, que es una de las formas de mitigar el riesgo de cáncer.
Os recomiendo que fijéis en los componentes de vuestra dieta y si veis que es muy monotemática, igual es un momento idóneo de hablar con un especialista. Al final somos lo que comemos y si un pequeño cambio en la dieta nos puede ayudar a prevenir el cáncer, es recomendable tomar esta medida.
Es una parte de la dieta y es necesario hacer ejercicio con regularidad a lo largo de la semana. Me atrevería a decir que incluso a diario. Y no significa que vayamos a boxeo, no, sino que darnos un paseo todos los días es fundamental. Y la actividad física no solo está recomendada por la parte física (valga la redundancia), sino porque también nos viene muy bien para la cabeza y despejarnos de todo el mundo convulso que nos rodea en esos momentos.
Hemos hablado de la dieta mediterránea, pero es crucial recordar que las proporciones priman. Dividir el plato en 50% verdura, 25% proteína y el otro 25% hidrato de carbono es una buena manera de aportar la energía y nutrición que requiere nuestro organismo para estemos sanos.
Beber agua es muy importante. Las células del cuerpo deben tener una cierta cantidad de líquido para funcionar bien. El final, el agua nos ayuda a eliminarían las sustancias nocivas que pueden causar el cáncer.
A mis pacientes, siempre les digo que beban un vaso de agua fresca al levantarse e intentan sustituir los refrescos por agua mineral. Si no te gusta el sabor de agua (o su falta) siempre puedes añadir un poco de limón, lima, naranja o incluso unas hojas de menta.